En Castilla, Andalucía y una parte de Aragón, su equivalente sería el \’Hornazo\’, en Asturias el \’Bollu Preñau\’, que «en su misma etimología prevalece el término de procreación». En Euskal Herria tenemos la \’Opillas\’ o \’Pipar-opillas\’, categoría donde se encuadraría el karapaixo. Poco a poco la celebración que nació a fines del siglo XIX fue medrando, y en 1972 se declaró Celebración de Interés Turístico Nacional. Durante dos días, el Domingo y el Lunes de Pascua, las calles del casco histórico de Avilés se transforman en una animada romería, en una sucesión de actividades, convivencia y alegría, sobre todo si el tiempo acompaña. El día de hoy es Domingo de Pascua, un día especial para los padrinos y los ahijados en toda Asturias.
Sin lugar a dudas, esta práctica, presente en cierto tiempo en un extenso campo, ha sufrido una fuerte caída, quedando su expresión reducida a puntos geográficos concretos donde su mayor raigambre entre las gentes ha permitido su pervivencia. Como ves, la Fiesta de El Bollo en Avilés te ofrece un montón de proposiciones para todos los gustos. Por si acaso los conciertos y las comidas fuesen poco, asimismo puedes gozar de la Feria de Alfarería Clásico Villa de Avilés que el Sábado de Pascua se inaugura en la plaza de Álvarez Acebal. Varios momentos y acontecimientos importantes de nuestras vidas sólo las hemos experimentado en nuestras cabezas y en nuestros corazones. Las Fiestas de El Bollo tienen su origen a fines del siglo XIX, siendo una manifestación de convivencia y participación popular que celebra la llegada de la primavera y el objetivo del ayuno pascual. Tienen sitio al terminar la Semana Santa, en el Domingo de Ramos y Lunes de Pascua.
La Fiesta Del Bollo
No obstante existe quien antes que las palmas prefiere portar las habituales ramas de laurel adornadas con romero, amarradas con cordel o unidas en una improvisada empuñadura de papel de aluminio. La Celebración del Bollo de Avilés, declarada Fiesta de Interés Cultural, cumple 130 años este 2023 y culmina con la multitudinaria y única Comida en la Calle de Avilés, que se merece un apartado particular. Los pasajeros humildes que buscaban un futuro mejor en el Nuevo Continente, en tiempos donde la duración de los alimentos era limitadísima, llevaban con ellos un pan dulce que se terminaba endureciendo pero no estropeando. Con todos lo que lleguen se va a crear una interfaz donde compartiremos todas y cada una esas imágenes y esos mensajes. Una jornada tan particular no puede dejar de celebrarse, si bien sea virtualmente. Merced a la iniciativa “Un ramo por un bollo”, todos y cada uno de los individuos que quieran podrán enviar a la dirección de correo electrónico una foto y un mensaje para su ahijado/a o su padrino /madrina.
Comunmente, este regalo, consistía en los huevos de chocolate o en una tarta aproximadamente adornada que en Asturias tiene por nombre Bollu o asimismo Pegarata. Cuando los niños ahora dejan de serlo, el regalo cambiaba y ya no tenía por que ser un dulce. Este trueque entre ahijados y padrinos se mantenía hasta que los ahijados se casaban y entonces los padrinos les hacían un enorme regalo como despedida. Según Capel, «la práctica de consumir u ofrecer panes o bollos con huevos -entre enamorados, de padrinos a ahijados, de feligreses a sacerdotes- perviven arraigados en occidente como un fiel trasunto de costumbres remotas». Esta ofrenda gastronómica cuenta también con una versión de repostería llevada a cabo de bollo con huevos y gallinita de chocolate que refleja la evolución que en el tiempo fueron desarrollando no sólo el gusto, sino también el nivel de vida de la sociedad de la cual formamos parte. En Oñati, los karapaixos de bollo de la panadería Egaña son todo un clásico.
Desde tartas en un inicio planas pero después decoradas con toda clase de figuritas hasta auténticas obras de arquitectura y escultura pastelera que detallan casas, árboles, vallados… La denominación de la fiesta proviene de su ingrediente gastronómico, un bizcocho mantecado y escarchado con apariencia de trébol de 4 hojas denominado Bollo. El Domingo de Resurrección los padrinos y madrinas obsequian a sus ahijados y ahijadas con un bollo mantecado correspondiendo a la Palma recibida el Día de Ramos. Se que no en todos los sitios existe esta costumbre de que los ramos los entreguen los niños a sus padrinos, que los reciben como muestra de respeto y cariño y a la que corresponden, en el Domingo de Pascua, entregando a los ahijados un obsequio.
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«De las primitivas ofrendas de huevos y frutos secos derivarían las masas de harina -panes o bollos- con huevos en su interior», asegura Capel. Capel nos recuerda que el desarrollo de romanización fue radicalmente tolerante con las prácticas y creencias de culto de los pueblos sometidos, favoreciendo de esta manera el avance de ritos a partir de la mezcolanza de divinidades paganas y la pervivencia de ritos indígenas precedentes. El huevo representa la semilla de vida y materia de generación, vinculada a la primavera, a la resurrección de la naturaleza y al inicio de cada nuevo ciclo biológico. El karapaixo es sin duda una más dentro de las distintas manifestaciones rituales en honor a la primavera. Unas fechas particulares que, un año tras otro, llegan acompañadas de multitud de tradiciones entre las que resalta el trueque de presentes que suele celebrarse entre los padrinos y madrinas y sus ahijados y ahijadas. Con los años, las palmas se han ido convirtiendo y los bollos asimismo, pero la tradición continua y eso es lo esencial.
Los padrinos tienen por costumbre obsequiar el karapaixo a sus ahijados durante toda la cuaresma. Esta tradición tiene vigencia hasta el momento en que el ahijado destinatario del obsequio contrae matrimonio, instante desde el como, supuesta la independencia del mismo, deja de sentir dicho presente. El bollo es el bizcocho mantecado que los padrinos entregan a sus ahijados el Domingo de Pascua, en respuesta al laurel o palma benditos que estos les regalan una semana antes, el Domingo de Ramos. Si bien en distintos puntos del país hay prácticas afines, la singularidad de Avilés radica en que conserva la receta clásico frente al empuje de otros dulces, como las monas de Pascua. De acercamiento familiar en busca de padrinos y madrinas para dar las palmas o los ramos, como adelanto a la compensación que debe de llegar en una semana.
Cultura
El caserío ha sido sin duda el santuario que mantuvo con vida costumbres muy, muy antiguas como la del karapaixo, que junto con las pastelerías que le dieron la transformación que se requiere para la vida actualizada, no habría subsistido al modo de vida urbana. Por cierto, la fiesta recibe su nombre, del bollo o bizcocho regalado por los padrinos a sus ahijados el Domingo de Pascua. El Lunes de Pascua se efectúa una tumultuaria comida al aire libre en las calles del Casco Histórico y parques de la ciudad. Durante las calles del casco histórico, en una hilera continua de mesas con mucho más de 4 mil metros de extensión, una media de 12 mil personas se sientan a compartir tertulia y comidas desarrolladas en casa o encargadas en los sitios de comidas.
Los mucho más jóvenes eligen los parques de la región para celebrar su comida, tomando la yerba como mesa y asiento. En una confitería de El Plano los mostradores estaban llenos de bollos de distintos ingredientes a la espera de ser recogidos por las madrinas y los padrinos. La manteca de vaca de esos tiempos dió sitio a la mantequilla de estos y el postre se incorporó a la recién nacida Fiesta del Bollo en el año 1893, una alegoría de desfiles y fiesta que daban la bienvenida a la Primavera. El bollo nace de un tiempo en que los viajes en barco eran verdaderas odiseas, en el momento en que a finales del siglo XVII frágiles embarcaciones impulsadas por el capricho de los vientos hacían la ruta hacia las Américas desde puertos de Asturias. seguramente muchos padrinos, y muchos ahijados, ignoren el origen del bollo y los sacrificios que acompañaban a su consumo. Desplazado de su contexto original, el significado del karapaixo ha quedado achicado a una suerte de \’renta de forma anual\’ simbólica con la que los padrinos agasajan a sus ahijados en representación y/o demostración de su buena disposición hacia la responsabilidad conseguida con el menor.
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El día de hoy es el día de los ahijados, que tienen como encargo acudir a la Misa de Ramos con un manojo vegetal para que sea bendecido por el párroco de turno. Muchos eligen por las palmas blancas trenzadas, que pese a su origen mediterráneo están estables ahora en Asturias e inundan desde hace días las floristerías. Las hay desde tamaños mínimos, aptos para solapa, hasta otros que superan de largo al de su portador. Pequeñas flores o nudos, o aun figuritas, completan la ornamentación de este tipo de ramos, cuyos costos pueden ir desde los 2 euros a mucho más de 20, según su tamaño y el trabajo artesanal de entrelazado que tengan detrás. El habitual y también peculiar karapaixo radica en una torta u opila de pan en forma triangular con tres huevos incrustados, cada uno en un extremo del pan.
El año pasado el confinamiento impidió que se pudiera festejar tal y como manda la tradición. Que en esta ocasión había ganas de recobrarla lo hemos comprobado esta mañana en Gijón. Este dulce es un bizcocho de mantequilla, harina, huevo, azúcar y limón que culmina su dulzura al ser cubierto de una cubierta de azúcar escarchado sobre la que se colocan diferentes adornos. El crítico y también estudioso gastronómico José Carlos Capel, en su estudio de los panes rituales españoles, atribuye a estos ritos un origen paleocristiano, derivado de cultos agrícolas de la antigüedad, que ajustados al período litúrgico cristiano, fueron incorporados al calendario occidental. Su predisposición cronológica revela trasfondos extraídos del calendario lúdico de roma y de fastos protohistóricos anteriores.